La entrada principal

La criatura entró cual sombra en la sala y se colocó junto al fuego, ya no necesitaba el calor pero le gustaba sentirlo en su piel. cerró los ojos y esperó a los siguientes acontecimientos.

Llego a la entrada principal y veo a un demonio muy peculiar, me resultaba muy familiar, cuando por fin lo veo mejor lo reconozco- hola viejo amigo-le digo a Arkani- ha pasado mucho tiempo

hola vincent-La voz de la criatura pareció tan ruda como de costumbre aunque no era su intención.
me llamaste y he venido la criatura extendió su zarpa esperando en típico apreton de manos que ambos amigos siempre se daban seis años atras.

¿que ha sido de ti?

Sonrio y le estrecho la mano amistosamente- pues soy teniente de infanteria como siempre, y lo unico nuevo es que ahora tengo pareja-digo pensando en Anne- vamos a dar un paseo, salgamos de aqui-digo saliendo de alli

te sigo viejo amigo la criatura siguió a su amigo y ambos salieron del edificio.

Tras mi largo viaje, llego al castillo de Camelot. Tras atravesar sus puertas, comienzo a andar por la sala, observando cada detalle en reflexivo silencio. Me quito la capa y la sostengo con mi brazo derecho, mientras mantengo el izquierdo apoyado en mi espada. Miro hacia el crepitante fuego de la chimenea. Es apacible y acogedor, nada que ver con las llamas de la guerra que he tenido que presenciar. Permanezco así, de pie delante del fuego, pensando sobre este reino y mi destino en él...

Después de dar el paseo con wilhelm lo perdi'entre los árboles mientras me entretuve con una extraña florecilla, y ya perdida seguí hacia delante encontré el castillo y entré me senté junto al fuego y salude a alguien que había mirando fijamente al fuego. " buenas!" le dije

Me giro al oír que, de repente, una voz me saluda. No esperaba encontrarme con nadie a esas horas. Mi profunda voz retumba desde mi yelmo.
"Buenas noches" me limito a decir, mientras inclino levemente la cabeza. Después, dirigo nuevamente mi mirada hacia las danzantes brasas.

Tras perder toda la noche pensando en mis próximo movimiento, decido marcharme; ha llegado la hora de continuar con mis asuntos. Estiro el brazo para volver a colgarme la capa de los hombros, y el suelo tiembla con mis pasos mientras salgo del castillo.